Tal día como hoy, pero dentro de cinco años,
celebraremos el bicentenario del danés Meïr Aron Goldschmidt
(1819-1887), conocido, entre otras cosas, por las constantes puyas que le
lanzó a Søren Kierkegaard desde su revista satírica El Corsario.
En español solo podemos leer uno de sus relatos, HISTORIA DE UNA MOSCA, en una edición ya difícil de localizar.
De él nos dice Stella Pereira, su traductora, lo siguiente:
"M.A. Goldschmidt nació en Vordinborg, en el seno de una familia de
comerciantes judíos. Era un niño dotado de una gran inteligencia.
Comenzó a asistir a la escuela primaria antes de cumplir los cuatro años
y cuando tenía siete lo enviaron a Copenhague, para que recibiese una
educación más esmerada de la que se le podía ofrecer en su pueblo natal.
Pasó a vivir en casa de un tío suyo, un judío ortodoxo. Allí se vio
profundamente influenciado por el espíritu místico-simbólico que
dominaba el ceremonial judaico del Copenhague de su época. Sin embargo, a
los trece años, bajo el influjo helenista de su rector, rompió con ese
mundo de antiguas creencias.
A los diecisiete años, y recién
acabado su bachillerato, fundó el semanario “Nestved ugeblad”, que
publicó durante dos años. Una de sus finalidades era permitirle publicar
libremente sus poemas y relatos. A continuación fundó, junto a otros
jóvenes académicos, una nueva publicación que bautizaron “Corsaren” (“El
Corsario”), en clara referencia al modelo de periodismo de carácter
satírico muy de moda en Francia en ese momento. Su contenido es cáustico
y provocador. Goldschmidt logra que la revista sea confiscada por la
censura unas cuarenta veces, además de pasar él mismo un mes en la
cárcel, como castigo a sus insolencias, que traspasaban los límites de
lo admitido.
Por su espíritu libertario, satírico y mordaz ,
esta publicación era conocida y temida a la vez. Nadie quería admitir
que la leía, pero las cifras de ventas alcanzaban los tres mil
ejemplares, cifra impresionante para esa época. Aunque su revista se
leía y entretenía a sus lectores, al mismo tiempo colocó a Goldschmidt
en una situación incómoda: la de ser considerado un periodista poco
serio, aunque esa no había sido su intención.
En 1846 vendió la revista y viajó a Alemania, Italia y Suiza, con el fin de recoger material periodístico.
Su debut como escritor se produjo en 1845 con la novela “En jøde” (“Un
judío”). En ella se describe la situación social y espiritual de los
judíos, desde una óptica cercana y profunda. Su descripción del ambiente
judío continúa con una fina y simpática ironía en “Ravnen” (“El
cuervo”), publicada en 1867.
Meïr Aron Goldschmidt es
considerado uno de los mejores narradores populares, pese al rasgo de
exclusivismo que ha marcado parte de su obra."
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